Joe Biden «está avivando el fuego en Ucrania».
Roger Waters de Pink Floyd
Se necesita un artista musical para abrirse paso a través del pantano de propaganda para educar a los medios de comunicación estadounidenses sobre la crisis entre Rusia y Ucrania y el papel de Estados Unidos en la instigación de ese conflicto para sus propios fines nefastos.
Los medios de comunicación han construido una narrativa sin diluir sobre la «guerra de Putin» que disfraza la expansión imperialista de Estados Unidos en Europa del Este. Es totalmente orwelliano en su esfuerzo por proyectar sobre Rusia lo que Estados Unidos y su principal aliado imperial, el Reino Unido (al que un periodista británico calificó de «remolcador de Estados Unidos»), han estado haciendo sin parar desde 1945 -y, de hecho, durante siglos.
Echando la vista atrás, Estados Unidos, bajo Truman, inició la política de convertir a los enemigos (Alemania, Japón) en amigos y a los amigos (la importante alianza con la URSS en tiempos de guerra) en enemigos. La CIA, creada en 1947, fue el principal instrumento clandestino de esta política, colaborando estrechamente con la neonazi Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) para llevar a cabo actos de sabotaje, división y desestabilización del Estado soviético.
La OUN, en particular la facción dirigida por el aliado alemán Stepan Bandera y su segundo al mando, Yaroslav Stetsko, OUN-B, era una organización violentamente antisemita, anticomunista y antirrusa, que colaboró con la ocupación nazi y participó activamente en la matanza de millones de polacos, judíos ucranianos y comunistas étnicamente rusos y ucranianos de la región. No obstante, The Washington Post trató a Stetsko de héroe nacional, de «patriota solitario».
En 1941, la alianza OUN-Alemania fue respaldada por los líderes de las iglesias ortodoxa ucraniana y greco-católica ucraniana. El arzobispo de esta última, Andrey Sheptytsky, escribió una carta pastoral en la que declaraba: «Saludamos al victorioso ejército alemán como libertador del enemigo. Rendimos nuestro obediente homenaje al gobierno que se ha erigido. Reconocemos al Sr. Yaroslav Stetsko como Jefe de Estado… de Ucrania».
Con motivo de la invasión alemana de la Unión Soviética, la OUN colocó carteles en la ciudad ucraniana occidental de Lvov que decían: «No tiréis ahora vuestras armas. Tómenlas en sus manos. Destruid al enemigo…. ¡Pueblo! Sabedlo. Moscú, Polonia, los húngaros, los judíos son vuestros enemigos. ¡Destruidlos!… ¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a los héroes! ¡Gloria al Líder! [Bandera]»
Notablemente, este llamamiento a la limpieza étnica no cita a los alemanes que entonces ocupaban Ucrania, aunque los propagandistas fascistas y neonazis que hoy libran una guerra en la región de Donbás presentan a sus antepasados como héroes por haber defendido el nacionalismo ucraniano de los soviéticos y Alemania. El Pentágono presionó con éxito al Congreso para que levantara las restricciones sobre el entrenamiento y la prestación de asistencia militar a grupos, como el Batallón Azov, que se basan en la ideología fascista o neonazi.
Como en el pasado, la política exterior estadounidense está dispuesta a dar cabida a estos sectores dentro de su círculo de aliados. El 16 de diciembre de 2021, un proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU figuraba como «Lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a alimentar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia».
Se aprobó por 130 votos a favor (principalmente del Tercer Mundo, que constituye la gran mayoría de la población mundial), 51 abstenciones (principalmente de la UE, Australia, Nueva Zelanda y Canadá) y dos en contra (Ucrania y Estados Unidos). Los países de Europa Occidental que Hitler conquistó y ocupó no condenarían las manifestaciones actuales del nazismo y el fascismo.
Harry Truman, declaró infamemente como senador en 1940 en respuesta a la Operación Barbarroja que «Si vemos que Alemania está ganando, deberíamos ayudar a Rusia y si Rusia está ganando deberíamos ayudar a Alemania y así dejar que maten a tantos como sea posible». Esto demostró la poca consideración que tenía por el pueblo ruso y otros pueblos soviéticos, lo que se hizo más evidente cuando se convirtió en presidente.
Durante su mandato en la Casa Blanca, Estados Unidos ayudó a reconstruir la capacidad industrial de Europa Occidental (en gran parte para evitar que comunistas y socialistas ganaran las elecciones), pero también lanzó una guerra contra Corea del Norte, destruyendo prácticamente todas las estructuras del país mediante bombardeos, incluidas armas incendiarias y napalm.
Inició la Guerra Fría, aumentó masivamente el presupuesto militar, organizó la OTAN y utilizó armas atómicas contra poblaciones civiles en Hiroshima y Nagasaki, en gran parte para impedir que los soviéticos aliados ganaran territorio en Japón en los últimos días de la guerra.
Tal vez la iniciativa más destructiva de Truman fue la creación de la CIA, un monstruo que, según declaró más tarde a un amigo, se le fue de las manos: «Nunca habría aceptado la creación de la Agencia Central de Inteligencia en el año 47 si hubiera sabido que se convertiría en la Gestapo estadounidense», aunque como presidente apoyó sus actividades clandestinas en Europa del Este.
El objetivo inmediato era la Ucrania soviética, que la CIA esperaba, a través de sus proyectos clandestinos, «resquebrajar» con saboteadores tras las líneas enemigas.
Su tarea era una herencia de la agencia de acción encubierta de la Segunda Guerra Mundial, la OSS, que había trabajado con grupos partisanos que se resistían a la ocupación nazi. En Ucrania, Estados Unidos simplemente dio la vuelta al enemigo apoyando a organizaciones insurgentes nazis que luchaban contra la Unión Soviética, el país que acababa de salvar a Europa del azote del Tercer Reich de Hitler.
El plan de la CIA, que formaba parte de sus operaciones de «quedarse atrás» en Europa Central y Oriental, consistía en lanzar desde el aire a ucranianos de los grupos ultranacionalistas, en particular de la OUN-B, lo que implicaría el contrabando de armas, el uso de transmisiones de comunicación encubiertas, espías, comandos, bandidaje, asesinatos y sabotaje.
Una historia secreta desclasificada de la CIA muestra que la Agencia se negó a extraditar al criminal de guerra de la OUN Bandera a los soviéticos para mantener intactos el movimiento clandestino y los esfuerzos de desestabilización en Ucrania.
En su lugar, dos ramas de la CIA, la Oficina de Coordinación de Políticas (OPC) para operaciones encubiertas y la Oficina de Operaciones Especiales (OSO) para proyectos clandestinos para los que el gobierno estadounidense proporcionaba cobertura, protegieron a la OUN y trabajaron estrechamente con el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) antisoviético «para actividades de guerra psicológica dirigidas contra objetivos polacos, checoslovacos y rumanos fronterizos con Ucrania».
El OPC y la OSO «coinciden en que la organización ucraniana [Consejo Supremo Ucraniano de Liberación], órgano de gobierno de la OUN, ofrece oportunidades inusuales para penetrar en la URSS y ayudar al desarrollo de movimientos clandestinos tras el Telón de Acero».
La operación de la CIA recibió el nombre en clave de PBCRUET-AERODYNAMIC, basado en un documento de alto secreto fechado el 17 de junio de 1950.
La OUN
El congreso del partido OUN de agosto de 1939 abogó por un estado «étnicamente uniforme», un concepto que se intensificó a partir de 1941 con su compromiso de llevar a cabo una «operación de limpieza contra todos los enemigos de la raza». Los judíos de Ucrania, alrededor de 1,5 millones, fueron prácticamente aniquilados por los alemanes, con la ayuda del Ejército Insurgente Ucraniano de la OUN, la policía ucraniana y ciudadanos ucranianos de a pie. El OUN estaba formado por una serie de fascistas ucranianos, nazis y otros elementos extremistas, pero también incluía Guardias Hlinka eslovacos, SS ucranianos de la 14ª División de Granaderos de las Waffen-SS (Galitzia) y SS alemanes mercenarios.
Los asesinatos masivos de polacos (estimados entre 100.000 y 200.000) se intensificaron en 1943, de nuevo con la participación activa de la UPA. La OUN-UPA también colaboró con los alemanes en el exterminio de miles de rusos ucranianos. Su autoproclamado «primer ministro», Yaroslav Stetsko, describía a los rusos como una raza bárbara, no europea, descendiente de mongoles y hunos.
Después de la guerra, Estados Unidos no vio ningún problema en colaborar estrechamente con Stetsko, quien, en su propia biografía (1941), escribió:
«Considero que el marxismo es un producto de la mente judía, que ha sido aplicado en la prisión moscovita de los pueblos por el pueblo moscovita-asiático con la ayuda de los judíos. Moscú y la judería son los mayores enemigos de Ucrania y portadores de las corruptoras ideas internacionales bolcheviques….. Por lo tanto, apoyo la destrucción de los judíos y la conveniencia de llevar a Ucrania los métodos alemanes de exterminio de la judería, impidiendo su asimilación….».
Ni su locura, ni los campos de exterminio nazis, ni los tres millones de prisioneros de guerra rusos que murieron en campos de concentración, ni la absoluta barbarie de las invasiones alemanas y aliadas cambiaron el curso del pensamiento oficial estadounidense sobre cómo los nazis y fascistas de alto rango podían ser útiles para la guerra de Estados Unidos contra el socialismo soviético. Stetsko recibió una amplia bienvenida en Washington, donde fue agasajado por Ronald Reagan y George H.W. Bush como estimado líder del Bloque Antibolchevique de Naciones, que originalmente era una formación nazi alemana (señalada por Stephen Dorril), y delegado permanente del ABN en la Liga Anticomunista Mundial.
Rollback
A principios de la década de 1950, tras lanzar en paracaídas a 85 agentes en Ucrania, tres cuartas partes de ellos capturados, la CIA reconoció que el proyecto había sido un fracaso estrepitoso. Esto no disuadió a los guerreros del frío de utilizar mercenarios para el cambio de régimen en otros lugares, incluida la fallida Bahía de Cochinos una década más tarde. Una vez aplastado el movimiento insurgente ucraniano, muchos de los banderistas, entre ellos Mykola Lebed, uno de los fundadores de la OUN y lugarteniente de Bandera entrenado por la Gestapo en métodos despiadados de tortura, se convirtieron en emigrantes.
Lebed, que había sido ministro de Asuntos Exteriores de la organización y jefe de su tristemente célebre policía secreta, fue descrito por el ejército estadounidense como un «conocido sádico y colaborador de los alemanes». Tras la guerra emigró a Múnich, donde desempeñó un importante papel en la recién creada y secretamente dirigida por la CIA Radio Free Europe, el órgano de propaganda financiado por Estados Unidos que transmitía a Europa del Este. A la RFE se unieron Radio Liberty (también gestionada por la CIA y dirigida a la Unión Soviética) y la Voz de América no sólo para emitir propaganda, sino también para retransmitir mensajes codificados unidireccionales a los saboteadores «rezagados».
Durante la guerra, se dice que Lebed fue un buen alumno y el favorito de la Gestapo alemana. Después, reubicado en Múnich, Lebed disfrutó del patrocinio (al igual que Bandera) del oficial de inteligencia nazi Reinhard Gehlen, que a su vez mantenía estrechas relaciones operativas con la CIA.
Reinhard Gehlen [Fuente: ww2db.com]
Gehlen se convirtió más tarde en jefe de la inteligencia de Alemania Occidental, empleando a los nazis con los que había trabajado durante la guerra y ayudando a la CIA compartiendo información sobre Europa del Este. Cuando Lebed se enemistó con la OUN-B de la posguerra en Alemania, la CIA lo llevó a él y a muchos otros ultranacionalistas ucranianos a Estados Unidos.
Con el respaldo del director de la CIA Allen Dulles, Lebed trabajó en Nueva York (y vivió en el acomodado condado de Westchester) con un nombre falso como agente de inteligencia antisoviético y obtuvo la ciudadanía. Los ucranianos de extrema derecha de entonces y de ahora han sido durante mucho tiempo instrumentos de una política de Guerra Fría. «Los antiguos miembros de la resistencia ucraniana que se encuentran ahora en Estados Unidos», escribió la CIA en un documento ultrasecreto de 1950, «serán explotados al máximo posible».
En los primeros años de la Guerra Fría, cientos, si no miles, de nazis, incluidos criminales de guerra como el oficial de las SS Otto von Bolschwing (uno de los principales organizadores de la Solución Final y ayudante de Adolf Eichmann), fueron traídos a Estados Unidos desde Alemania, Ucrania, los Balcanes, los países bálticos y Bielorrusia.
También se encontraba entre ellos Adolf Heusinger, «uno de los muchos altos cargos nazis y fascistas que se habían integrado en las redes militares y de inteligencia estadounidenses.» Heusinger había sido Jefe del Estado Mayor del Ejército de Hitler, y en 1961-1964 fue nombrado Presidente del Comité Militar de la OTAN, tan fluida fue la transición de ser un nazi de alto rango a convertirse en comandante militar del «Mundo Libre.»
Mientras tanto, la exigencia de Bandera de un control total de la OUN provocó fricciones dentro de la cúpula fascista con base en Alemania. En 1950, Estados Unidos y el Reino Unido planeaban operaciones conjuntas en Ucrania, pero la CIA decidió entonces trabajar más estrechamente con el ZP/UHVR (representación extranjera del Consejo Supremo de Liberación de Ucrania, la organización que agrupaba a todas las formaciones nacionalistas de derechas), mientras que el MI6 británico asumió a Bandera como su principal contacto entre los ucranianos.
Cuando Bandera fue asesinado en 1959 después de que Estados Unidos se negara a extraditarlo a la Unión Soviética por crímenes de guerra, Stetsko se hizo cargo de la OUN.
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos pensó que por fin tenía a Rusia en sus manos. Bajo el gobierno autocrático de Boris Yeltsin, impulsado por el vodka, se invitó a Estados Unidos a dirigir un programa neoliberal de «terapia de choque» que provocó la destrucción total de la economía rusa.
Fin parte 1>>>>>>>
Fuente: https://covertactionmagazine.com/2022/09/12/ukraine-the-cias-75-year-old-proxy/
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